Es natural sentirse alicaído cuando la situación económica no está bien, porque los gastos de la casa y de la familia son muchos, empezando por uno mismo, que es un gasto capital; a menudo necesitamos fortificantes y otros elementos portadores de hierro, fósforo y vitaminas para combatir el cansancio físico y mental.
Estar bien, con una excelente combinación vitamínica operando en el torrente sanguíneo, es una condición elemental, un factor básico, un punto de partida, para conquistar el bienestar anímico.
Sin las vitaminas y sin los minerales que el organismo necesita consumir, no conseguimos entregarnos de lleno a las tareas del día, que pueden ser varias según como vayan llegando las urgencias a nuestro horario.
No hablemos de las necesidades de la gente común que tiene que vérselas todos los días con una clientela morosa o con un mercado saturado de vendedores y compradores en desigualdad de condiciones. Sí. La existencia, aquí, en el Paraguay, y en el resto del mundo, ahora tiene sus exigencias y sus apremios.
Y las exigencias nos pueblan, lentamente, pero igual (más nos vale) debemos enfrentar al mundo con las fuerzas que no tenemos que darlas por perdidas, y que necesitamos inventar todos los días, pues es de gente triunfadora levantarse con un ánimo a tono con el paisaje y con el pan caliente.
A mí me duele ver algunos rostros cortados por una expresión triste y cansada.
Y me alegra sobremanera observar los ojos engalanados de luz y de felicidad de los jóvenes que conversan animadamente sobre los temas que van con su naturaleza despreocupada y libre.
No permitamos que la tristeza avance.
La tristeza debe estar confinada.
A la tristeza hay que sacarle los ojos y arrojarlos a un patio baldío para que vengan a comerla los perros hambrientos de la calle.
La gente de corazón alegre, que celebra la vida, que cuenta chistes, nos hace bien y nos deja un gusto de dulce de leche en el ánimo.
Pero aquella otra gente que sólo sabe hablar de problemas, y que en cada intento del prójimo por prosperar ve solamente dificultades y futuros fracasos, constituye un mal enorme para la sociedad.
Todos los días llueve y para de llover.
La enfermedad existe, pero también aparece la pronta sanación.
La desgracia cae como un rayo, mas las heridas no tardan mucho en cicatrizar. El dinero se va, pero tarde o temprano regresa. Moneda sobre moneda.
A veces nos damos por vencidos, mas luego terminamos odiando nuestra actitud que raya con la cobardía, y enfrentamos - decididamente - los problemas.
Hoy tenemos un problema, sin embargo existe la solución en algún sitio de nuestra existencia.
Tu hijo te ha traído malas notas. No esperes a que te pida perdón. Es un chico desatento que necesita tu comprensión y tu ternura.
Alguien te ha dicho que eres inútil e hizo que te pusieras mal. Sabes que eso no es cierto, pues es comprobada tu habilidad para las tareas.
Te duele la cabeza. Eso es un simple malestar que se cura con la risa, el buen humor y una pizquita de cariño.
Tienes un techo, una casa donde vivir.
¡Eres afortunado!
Fuente: Diario ABC Color (artículo de Delfina Acosta)
Fuente: Diario ABC Color (artículo de Delfina Acosta)
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